Venimos de muchos meses seguidos de subidas de precios, no en caprichos, si no que lo vemos en las compras del día a día. La compra en el supermercado nos sale más cara, poner gasolina al coche, la factura de la luz… todo ha subido, prácticamente.
Para frenar esta situación generalmente se suelen subir los tipos de interés, por lo que lo siguiente que podría venir es un aumento en la cuota de la hipoteca con tipo de interés variable. Esto hace que «nos aprieten por todas partes» y tengamos que frenar el consumo limitándonos a lo estrictamente necesario y aun así quedarnos con pocas sobras.
Esa manera de frenar el consumo hace que, para la misma oferta de productos, caiga la demanda de forma que esos bienes y servicios estén condenados a bajar sus precios. Esto implica, a muchas empresas, bajar el margen de beneficio (en algunos casos, él poco que había y que les permitía sobrevivir y mantener puestos de trabajo) lo que conlleva verse obligados a reducir puestos de empleo.
Una recesión económica supone un período que no sabemos cuánto puede durar en el que se junta el aumento desempleo del que hablábamos arriba producido por la caída de precios, menos circulación de dinero causada por ese frenazo en el consumo que ya empezaba a asomar dada la inflación.
Cómo podemos prepararnos para esa recesión (posible)
Pero lo bueno, en cierta manera, es que los precios bajan. Sin embargo, para que la situación no nos pille en estado de emergencia de nuestra economía doméstica, esa recesión tienen que encontrarnos con reservas, con ahorros, por si perdemos estabilidad en el ingreso por ese efecto en la economía (esos puestos de trabajo que desparezcan, reducciones de salario o, directamente, fin de ciclo en ciertos sectores pero comienzo de otros).
No es algo sencillo contar con esos ahorros si no hemos tomado consciencia con antelación. Recuerda que venimos de meses de inflación que han hecho que nuestros ahorros se redujeran y nuestro dinero sirviera para adquirir menos cosas. Por eso es tan importante prevenir. Ya contamos con la información de qué está sucediendo y porqué y qué es lo que puede venir.
Comenzar a cubrirnos las espaldas es lo más inteligente que podemos hacer por nuestra economía y nuestra tranquilidad futura.
Y si luego la recesión no llega, pues mucho mejor.