Las reformas integrales suelen darnos respeto porque requieren de obra. Antes de comenzarla deberás pedir presupuestos a varios profesionales especializados en cada área de la reforma de la casa: albañiles, electricistas, fontaneros, pintores…. Tener previamente una idea de lo que quieras hacer o dejarte asesorar desde cero por la empresa de reformas.
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Decidir si toda la reforma te la hará la misma empresa o trabajarás con varias según tus necesidades o preferencias. Si te instalarán los muebles de cocina los instaladores de la tienda de cocinas o los de la reforma… Son decisiones que has de ir valorando, algunas antes y otras van surgiendo sobre la marcha por lo que implican, además de los quehaceres de tu vida normal, estar pendiente del transcurso de la reforma. Sin embargo, al final de este post, te daré mi consejo si estás pensando en reformar tu casa.
Hoy vengo a compartir nuestra experiencia tras reformar nuestra nueva vivienda para intentar ayudarte como me ha ayudado tanto toda la comunidad ahorradora en este proceso, sintiéndome arropada con sus consejos y mensajes de ánimo jaja.
Como he ido informando por redes sociales los últimos meses hemos ido reformado una de las viviendas que teníamos en alquiler (y de las que te hablé en mi libro Ahorradoras) para irnos a vivir nosotros allí.
Llevábamos casi 19 años en el mismo piso que compramos cuando nos casamos. Estábamos muy bien pero siempre iba detrás de algo con buenas vistas y mucha luz.
Al trabajar desde casa y pasar bastantes horas en ella ya que somos caseros valoraba mucho esto.
Llevo entrando en webs como Idealista cada noche antes de acostarme (me chifla mirar pisos), visitando constructoras y demás pero sin dar el paso pues cuando se trata de mi, me duele más el dinero. Cosas que pasan. Sin embargo, en estos años he ido comprando propiedades para alquilar. Lo mío, iba quedando siempre en la cola.
El verano pasado, una semana que el apartamento que tengo con mejores vistas tuvo una cancelación por el asunto que nos preocupa hoy en día, nos fuimos nosotros a pasar la semana en él. Así lo podíamos ver con ojos de cliente y sólo así sabríamos qué estaba bien y qué podía mejorar. Fue entonces cuándo nos miramos a los ojos, una noche de luna llena bajo el resplandor de ésta en gran parte del salón cuando dijimos los tres: – ¿ Y por qué no venimos aquí y dejamos de buscar lo que ya teníamos?
Ojo, no es que no nos hubiéramos dado cuenta de que estaba si no que, al ser bastante más pequeño que nuestro piso y tener una habitación y un baño menos, sentíamos que esa posibilidad no existía.
Pero nos daba otras cosas. Muchísima luz (incluido ver salir el sol del mar al amanecer), vistas a la ciudad, vistas a la montaña, también al mar (incluso al castillo de Peñíscola). Entonces nos planteamos que igual se podía renunciar a unas cosas (a lo mejor no tan imprescindibles como pensábamos) porque lo que ganábamos lo compensaba con creces.
El apartamento tiene una cocina abierta al salón comedor, un baño (que era) demasiado grande, una habitación de matrimonio (aquí ya había que renunciar al baño en suite que entonces teníamos en casa) y una habitación doble. No hacía falta más para los tres que somos en casa más el perrito.
Pero sentía que me faltaba esa tercera habitación que hacía de multiusos: trastero, zona de ropa de casa, de archivo para los documentos de empresa y alquileres, de recuerdos…. A algunos «trastos» seguro que podíamos renunciar. De hecho, sería la ocasión de hacer limpieza, tirar y renovar (solo lo que hiciera falta de verdad) pero mi despachito, esa zona para mí, para trabajar (aunque a veces lo haga desde el sofá, la mesa del comedor o desde cualquier lugar), ese espacio al que retirarme a leer o incluso meditar…. lo necesitaba. Si no, sentía que me asfixiaría.
La Obra
Entonces pensé, ¿qué tal si reducimos el tamaño del baño e intentamos sacar ese rincón de ahí? Se podría acceder desde el comedor. No tendría puerta porque, de tenerla, me quedaría una cuarto muy agobiante pero sí crear esa especie de ampliación en un extremo del comedor. Parecía una idea arriesgada, había dudas sobre si esa obra merecería la pena pero yo ya estaba decidida.
Miré Pinterest buscando inspiración de mini oficinas en pisos, algunas incluso de terrazas reconvertidas en oficina…. y lo tuve claro, como dijo Walt Disney y así reza un vinilo de la habitación que tenía mi hija «Si puedes soñarlo puedes hacerlo». Hablamos con la empresa de reformas, Edu se quedó un poco a cuadros, igual pensó que estaba loca pero yo sabía que era lo único que necesitaba para dar el paso e irme para allí. Y se llevó adelante la idea.
En la cocina también había obra que hacerse. Por la distribución que tenía la nevera se comía visualmente media cocina (bueno, no tanto, pero mira) y además impedía el acceso al mueble de la esquina. Un mueble con mucha capacidad pero inaccesible como verás.
¿Qué se podía hacer ahí?
Derribar pared y quitarle el espacio a nuestra habitación, que es la estancia que hay justo detrás.
Menos espacio para mí pero yo ya estaba contenta con mi rinconcito y no me quejaba.
Otra decisión que mereció la pena. A veces (muchas) los miedos nos paralizan, cuando vi los escombros de esa pared y después levantada la nueva, hasta me faltaba la respiración imaginando que esa habitación iba a ser demasiado pequeña y que no se podría ni entrar.
Al final, sorprendentemente, es una habitación correcta en tamaño y me siento muy bien en ella. ¿Sabes qué ha pasado? Que cuando sabes que ahí, detrás de la puerta, había habido espacio ves que ahora se le ha quitado pero, ahora, si no lo sabes, lo que ves es que el hueco de la derecha, es un hueco ganado. No sé si se entiende. Viene a ser como esa imagen de la señora mayor y la joven, que cada uno ve una cosa.
De obra no había que hacer mucho más. Sí cambios en electricidad y fontanería ya que ahora la lavadora del baño se tenía que incorporar a la cocina y algunos cambios para optimizar el espacio de esa estancia todo lo posible.
Crear puntos de luz y tomas en mi rinconcito…