Hace unos meses Belén nos contaba cómo controlar los gastos emocionales que son aquellos que hacemos por ansia o envidia. A mí ahora con el peque me pasa mucho, voy con alguna mamá del barrio y veo que tiene algún juguete que me gusta y de repente me apetece mucho comprarlo.
Hay veces que ceder a esas emociones no supone un problema grande porque se trata de gastos pequeños (aunque ya sabemos que todo suma) pero… ¿Y cuándo se trata de un gasto grande?
Como yo soy muy de ver algo y decidir que lo necesito, he desarrollado a lo largo de estos años como Ahorradora total, una técnica que sirve para decidir si realmente es necesario comprar ese producto caro que acabamos de ver en la tienda y, ya que a mí me ha resultado tan útil hoy quiero compartirla contigo.
Yo la llamo «la técnica de las preguntas» y consiste en hacerse varias preguntas antes de comprar:
¿Lo necesito realmente?
Esta es la pregunta principal. Antes de comprar es necesario analizar si compramos porque realmente lo necesitamos. Un ejemplo: Se me ha roto el televisor, ¿necesito otro? La respuesta es sí, pero… ¿Y si mi televisor funciona perfectamente, pero quiero un modelo más reciente? Ahí es dónde tenemos que recapacitar.
¿Voy a sacarle partido?
En mi caso siempre tengo que hacerme esta pregunta con las cosas de la cocina. La tengo llena de objetos que no utilizo nunca como una vaporera o una heladera. ¿Mereció la pena el gasto? Realmente creo que no.
Como ves, muchas veces solo tenemos que recapacitar un poco y nos daremos cuenta de que realmente muchas de las compras que hacemos son «emocionales» y no necesarias y que el dinero que empleamos en ellas nos podría servir para otras cosas más útiles e incluso para ahorrar de cara al futuro.